Expediente Abierto
► Ciudades Inteligentes ♦ Opinión

Las ciudades inteligentes se han convertido en un paradigma de desarrollo urbano, prometiendo transformar la calidad de vida a través de la tecnología, no obstante, la verdadera esencia de una metrópoli inteligente reside en su capacidad para gestionar eficientemente los servicios públicos, utilizando la tecnología y los datos para mejorar su eficiencia, la sostenibilidad y el bienestar de sus habitantes.
El Plan Nacional de Desarrollo 2025- 2030 destaca la importancia de optimizar la infraestructura tecnológica del gobierno, “actualmente fragmentada y administrada por entes privados, o que genera altos costos y limita la autonomía operativa, ya que también se debe fortalecer el marco normativo en ciberseguridad para proteger la información ante amenazas cibernéticas. Y finalmente, se debe renovar y ampliar la red de satélites geoestacionarios y de observación para garantizar la conectividad en áreas remotas”.
El Plan refiere que, en 2020, el costo del cumplimiento de las regulaciones para las empresas ascendió a 239 mil millones de pesos, lo que representa el 1 por ciento del producto interno bruto (PIB). A pesar de que existen más de siete mil trámites en la Administración Pública Federal, muchos son innecesarios, con tiempos de respuesta largos, requisitos excesivos y procedimientos intermedios que favorecen la corrupción.
No obstante, la tecnología por sí sola no es suficiente. La comunicación efectiva entre los ciudadanos y las autoridades es fundamental para el éxito de una ciudad inteligente. La población debe estar informada sobre los servicios disponibles, los problemas que afectan a su comunidad y las soluciones que se están implementando.
La comunicación juega un papel crucial en la respuesta a emergencias y desastres naturales. Los sistemas de alerta temprana y las plataformas de comunicación en tiempo real permiten a las autoridades informar a los ciudadanos sobre los riesgos y proporcionar instrucciones claras sobre cómo protegerse.
La comunicación bidireccional permite a las personas dar a conocer las situaciones de emergencia y solicitar ayuda, lo que facilita una respuesta rápida y coordinada.
Una ciudad inteligente es aquella que pone a los ciudadanos en el centro de su desarrollo. La tecnología debe utilizarse para mejorar la calidad de vida, no para reemplazar la interacción humana, como ha sucedido en Estonia, Nueva York, Londres, Singapur, Barcelona, Oslo, Tokio, Zúrich y Ginebra.
La gestión inteligente de servicios públicos implica la implementación de sistemas interconectados que optimizan el uso de recursos y mejoran la prestación de servicios esenciales; desde la gestión del tráfico y el alumbrado público hasta la recolección de residuos y el suministro de agua.
En este sentido, en México es fundamental fomentar la alfabetización digital y garantizar el acceso equitativo a la tecnología para todos los ciudadanos, además de una regulación eficiente. Solo así podremos construir ciudades inteligentes que beneficien a todos, independientemente de su edad, género o condición socioeconómica.
Transformar nuestro futuro urbano y convertir al país en ciudades inteligentes representa una oportunidad única, pero debemos recordar que la tecnología es solo una herramienta. La verdadera clave para el éxito reside en nuestra capacidad para comunicarnos, colaborar y trabajar juntos, con el objetivo de construir ciudades más justas, eficientes y sostenibles.
*Especialista en Comunicación Estratégica. Directora y Fundadora de Typ Media.
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