Expediente Abierto
► Cultura Deportiva ♦ Opinión

El deporte, y en especial correr, nunca fue imprescindible en mi vida… hasta que se convirtió en lo único que evitó que cayera en la depresión.
El 25 de marzo de 2021, mientras practicaba kitesurf en Yucatán, sentí cómo el agua entraba en mi ojo derecho sin poder cerrarlo. Me detuve confundida y, en menos de una hora, la mitad de mi rostro estaba paralizado. Mi vida, mi rutina, mi sonrisa… todo se detuvo.
Intenté correr, buscando recuperar algo de normalidad, pero no duré ni 10 minutos. Mi ojo, sin poder parpadear, no me lo permitía. Dejé de hacer deporte. Mi cuerpo cambió y la parálisis no mejoraba. Sabía que, si no volvía a moverme, pronto sería cada vez más difícil recuperar mi equilibrio físico, mental y emocional.
CORRER PARA RECORDAR QUIÉN SOY
Me inscribí en un ultramaratón de 35 kilómetros en montaña, aunque nunca había corrido más de 21 kilómetros. Tenía seis meses para prepararme, con la esperanza de que mi parálisis desapareciera.
El entrenamiento fue un reto; al principio no podía correr más de 30 minutos. Tomar agua con popote era imposible. Mi cuerpo quería avanzar, pero mi rostro me recordaba mis limitaciones.
Sin embargo, cuando corres lo suficiente, llega un momento en el que solo existe el sonido de tu respiración y el latir de tu corazón. En una de esas sesiones, sin darme cuenta, mi párpado volvió a cerrarse un poco más. No fue un milagro, sino el resultado de conectar con mi instinto más profundo.
EL PODER DE REDEFINIRNOS
El día del ultramaratón, era la única de mi equipo que corría 35 kilómetros. Terminé en cinco horas, con lágrimas en ambos ojos. No había recuperado al 100 por ciento mi movilidad, y entendí que probablemente nunca lo haría.
Pero algo cambió en mí: nunca más sería la persona que fui ayer. La vida no se trata de recuperar lo perdido, sino de diseñar quién queremos ser mañana.
Dos meses después, me inscribí en el Maratón de la Ciudad de México. Porque la vida, como el running, se construye paso a paso.
MÁS ALLÁ DEL PORQUÉ
Este relato es un ejemplo de cómo el deporte no solo fortalece el cuerpo, sino también la mente y el alma. Correr no me devolvió el rostro que tenía antes, pero me enseñó a ver la vida desde una nueva perspectiva.
El deporte transforma, sana y conecta con nuestra esencia.
Al final de este proceso, entendí que el por qué ya no era importante, sino el para qué.
¿Quién eres hoy y quién quieres ser mañana? La respuesta está en cada paso, en cada kilómetro, esperando ser descubierta.
*Cofundadora de Awakening Experiencias
www.awakening.mx