La hacienda guarda celosamente los secretos de las culturas de la región como la otomí, expone la belleza de sus artesanías, así como la riqueza natural queretana de los alrededores —pinos y oyameles, garambuyos, biznagas y chapulines, entre otros—. Así, es posible disfrutar del ambiente revolucionario, pero sin temor a cañonazos, fusilamientos o aplicación de “la ley fuga”